Los sesos de cordero son un ingrediente que, aunque no tan común en la cocina moderna, ha sido utilizado durante siglos en muchas culturas por su textura suave y sabor delicado. Son ricos en nutrientes y, cuando se preparan correctamente, pueden aportar una cremosidad exquisita a distintos platos.
Además de ser una exquisitez en la casquería, requieren una limpieza y cocción adecuadas para garantizar su mejor sabor y textura. Si nunca los has preparado antes, no te preocupes, es un proceso sencillo pero clave para obtener un buen resultado.

Antes de cocinar los sesos, es fundamental limpiarlos adecuadamente para eliminar cualquier rastro de impurezas y membranas. Este paso es esencial para conseguir una textura suave y evitar sabores no deseados. Sigue estos pasos:
Enjuaga los sesos bajo un chorro de agua fría para eliminar restos de sangre.
Déjalos en remojo con agua fría y un chorro de vinagre o zumo de limón durante 30 minutos. Esto ayuda a blanquearlos y eliminar olores fuertes.
Retira cuidadosamente las membranas exteriores con la ayuda de un cuchillo pequeño o con los dedos.
Pon una olla con agua a hervir y añade una pizca de sal, una hoja de laurel un chorro de vinagre y dos dientes de ajo, ayudará a reafirmar la textura y suavizar el sabor.
Cuando el agua comience a hervir, introduce los sesos con cuidado y cuécelos entre 5 y 7 minutos. Una vez listos, retíralos con una espumadera y sumérgelos en agua fría para cortar la cocción y conservar su ternura. Luego, escúrrelos bien y córtalos en trozos pequeños, listos para cocinar.